Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aun estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
—Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo descubierto, insistió: — El año pasado injuriaste a mis padres.
—¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! —contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
—Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir; serás mi cena.
Moraleja:
Para quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no hacerlo. No te acerques nunca donde los malvados.