Un lobo comía un hueso cuando de pronto se le atragantó en la garganta, entonces empezó a correr por todas partes en busca de auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación, diciendo que le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la boca del lobo y con su pico sacó de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la paga convenida.
—Oye amiga —dijo el lobo— ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?
Moraleja:
Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo.